El del Soplo VS. El de Huaraches

Estaba yo sentado en el trono de un establecimiento que proyecta cine intelectual (?) La verda, no había tenido una entrega tan placentera y catártica en varios años. Todo estaba tan agusto, solo una Chelita faltó para coronar tan gran momento. Pensar que estuve maldiciendo haber decidido por una comida orgánica y saludable en el pub (léase puff de aquí y en futuras menciones). Recuerdo también que esa tarde mi acompañante esperaba sentada en la cafetería.

Chaolin II, una chica super orgullosa de ya no ser una chica fresa de las Lomas. Cursó su licenciatura en una escuela pública llena de ficticios violadores salidos del arrabal. Fue ahí donde sacando el FUA logró afrontar esos tabús y hacerse amiga de todos ellos. Apenas siente sus orígenes de niña consentida aflorar, pronuncia para todos en voz alta con acento ñero que ya no es una Stacy Malibu. Esto para nada resulta pedante, a la larga sabes que solo es un tic común y corriente.

Una vez que caí en cuenta que no podría quedarme sentado ahí por los siglos de los siglos, jale del rollo de papel higiénico hecho de fibra sustentablemente reciclada. A dos cubículos del mio logré escuchar el zapatear de unos huaraches contra el suelo gris del baño; no estaba solo. Puse más atención a la secuencia de golpeteo, así pude diferenciar dos sonidos más: cabellos orzuelosos azotando contra la monótona formica –head banging?– y “Sacude el Craneo” de Los Garrobos?

Mi curiosidad se acrecentó aún más al albergar la posibilidad de que no estaba yo solo en este mundo de carapalidas. Calme un poco el beat de mi corazón con una respiración profunda. Sumamente relajante para mi cuerpo, evocando el canto de la trucha. Fanfarrias perfectas para dar bienvenida a la majestuosa Reina Risa, lista a nombrar a su nuevo bufón.

Una secuencia de puertas abriendo y cerrando interrumpió abruptamente tan unica situación. Pensé en perseguir a mi misterioso personaje, sin embargo, la vida me otorgó unos instantes más de placer. Así, ni tardo ni perezoso me desparrame confortablemente sobre la cómoda. En aquel instante de lucidez pude interpretar la enseñanza detrás de ese huaracheo, un mensaje oculto en clave morse:

Hasta Jesús usaba huaraches… iba un paso adelante
-El de huaraches

Distantes instantes como estos, son los cuales le ayudan a uno a comprender que la Causalidad tiene sus justas razones para imponer situaciones de tal envergadura. Tiempo después todo hizo sentido, cuando conocí a mi misterioso personaje: Nestor Aldama, el de Huaraches. Un día random, en una tlapalería él compraba la última lata de Resistol 5000. Me acerqué y le pregunte que si podíamos compartirla. Su cara se deformó con una sonrisa tamano sandía, la cual decía: forever solín anymore…

Leave a comment