El tururu forever vs La que va en el kinder

Recuerdo haber despertado ese día y dirigirme al café de siempre en la colina de Cotham para uno más de los clásicos encuentros con una amiga, que si bien habíamos compartido un pasado “especial”, nunca recordé su nombre, lo que tampoco recuerdo es que la terraza del café tuviera vista hacia un puente colgante bastante sospechoso por cierto, en fin, estaba ahí sentada fumándose su cigarro ritual y con esa mirada clásica, como tratando de ver su cejas. Después de la plática cordial, la plática cada vez fue subiendo de tono; entre dimes y diretes la conversación fue agarrando su cauce inevitable:

– Estoy harto de que cada vez que sueñas, lo hagas sin mí; nunca me dices ven, 
siempre te haces esperar, como de noche un sueño tarda en venir. Cobras caro cada 
beso que das y no acostumbras a fiar…
– ¡Basta! – dijo ella – sabes bien que lo que tengo lo doy, digo lo que pienso; 
no me vengas ahora con que quieres amarrarme, ni dominarme, tómame como soy porque 
así como vine ayer, me puedo ir hoy.
– Ja ja ja , ¡Bueno pero tú te sientes caída del cielo mujer!, que la naturaleza no 
se midió con tanta belleza que en ti reunió,… pero la verdad te mueres porque te 
de un beso, no digas que no.
- Todo esto es una mentira, una mentira vendida, una mentira prohibida, debilidad 
que me domina. Esta polaridad me está intoxicando.

Pude apreciar que era una plática que ya había encarnado antes, pero que sin embargo encontraba ese extraño placer recurrente de vivirla de nuevo. En pocos instantes el discurso se torno en espiral donde me sentí mareado, las palabras viajaban más rápido a mis oídos y las imágenes se disolvían, escapándose a mis ojos, los murmullos y el balbuceo se convertían cada vez más sonoros:

– todo se lo lleva el viento…
– Igual que el mosquito más tonto de la manada, yo sigo tu luz aunque me lleve a morir…
–  Te comportas de acuerdo con lo que te dicta cada momento … trátame suavemente
– La imaginación esta noche todo lo puede, … puedo ser tu mayordomo y vos harás el rol de señora bien
– ¿Por qué no tuviste el valor de ver quién soy? …
– Finge que te importo un poco, que me estas escuchando… ¡Hey! quédate media hora más más más más ….

(Ir a conversación integra: Dedicatorias sin dedicar y con todo respeto)

Finalmente todo el susurro de voces desapareció y yo recobraba mis sentidos otra vez, aaaaah ¡Ahí está! reaccioné y recordé quien era: El homeless que había salido a echarse su mona liiiisssssssssaaa mañanera acostumbrada entre las calles de Mictlan y Tecuhtli, en ese momento experimente alivio y felicidad de salir de esa pesadilla, pero me di cuenta que aun había un susurro silbante en mi oído que no acababa de cesar, poco a poco lo fui distinguiendo:

– Hey, hey, hey, ¿QUÉ te pasa? , ¿QUÉ tienes?, despierta, iralo, ¡Despierta!

Era una niña de coletas, vestida con corazones y bastante crecidita por cierto,  preguntándome como llegar a una fiesta de té a la que iba tarde, inmediatamente hicimos conexión, aunque no puedo decir lo mismo de su amigo Perry que me daba mala espina con ese sombrero y traje azul pretensioso. Después de platicar un rato y ante la mirada desconfiada y controladora de Perry, le mostré el camino que debía seguir.

– Gracias por indicarme el camino, Yeeiiiii, por cierto, ¿Tienes algo para “el viaje”? – me preguntó
– Seguro, toma…

Alejándose jovialmente hacia su destino, nos despedimos mientras caminábamos en direcciones opuestas:

- Bueno espero me puedas ir a visitar algún día – dijo ella
- Claro, ¿Pero de que tengo que ir vestido? - pregunté
- De lo que quieras, ¡pero no vayas a ir vestido de conejo! …
- Oye, ¿Cómo te llamas?
- Mi mamá me dijo que no debía decir mi nombre a extraños, … , pero voy en el kínder…

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